sábado, 16 de enero de 2010

Deberíamos pensar todos en alto, como en el cine; asumir ese mecanismo de la ficción tan útil, para que todos los que están alrededor sepan qué pensamos hacer y quiénes son los buenos y quiénes los malos (y, sobretodo, para que entiendan de qué va la película). Entonces cuando vieras a alguien deambulando por la calle preguntándose «¿debería matar a mi suegro?», tú podrías decirle «disculpe, ¿no estará pensando en matar al suegro, verdad? Porque yo lo hice el mes pasado y no es buena idea, porque luego has de matar a la suegra». O si, por ejemplo, encuentras a alguien que dice «sé que las rosas son las preferidas de Sara, pero ¿cómo podría sorprenderla?», tú podrías arrimarte y decir: «amigo, cómprele un poni».

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